lunes, 14 de julio de 2008

Revalorización de la comunidad y lo comunitario

"Lo comunitario es la guía de nuestras políticas. Hallar fórmulas de vida social comunitaria, en que los hombres se reúnan a trabajar solidariamente, buscando una finalidad colectiva común, en libertad de derechos y en igualdad, es la clase de talento político que se nos exige. La idea de participación puede ser el método más firme en este sentido. Porque participar es dar plenitud de acción y de representación. Allí donde todos participan se erige de hecho una comunidad Libre. Acrecentar lo participativo, sea en lo político, en lo económico o en lo cultural, es asegurar la vigencia de la libertad.
Hoy se comprueba la existencia de una gran variedad de grupos y organizaciones que reflejan la creatividad y la cultura de nuestros distintos pueblos, razas, regiones, aspiraciones, necesidades y formas de vida, todo lo cual constituye una rica vida comunitaria y confirma nuestra tesis política básica.
La autenticidad de la democracia pide que esa trama de comunidades se incorpore a los niveles de decisión y pueda buscar su desarrollo con recursos materiales y culturales apropiados."
Manifiesto ODCA para América Latina
Vivimos en un contexto mundial que impulsa hacia una sociedad liberal individualista, basada en el lucro como dogma de fe, en que el dinero se ha constituído en la idolatría del presente. El lucro personal y el éxito individual son las únicas dimensiones de la vida social a la cual se le reconoce categorías de "prestigio". Estos anti-valores han venido a relegar el sentido comunitario y de solidaridad en que se debe expresar la conciencia humana. Esto, en paralelo a la caída del muro estatista que destruyó ese paradigma, y a partir del cual el Estado aparece fuertemente cuestionado por los epílogos de idolatría "neo-liberal".
La sociedad no se debate ni debe debatirse entre las supuestas alternativas del Estado y la iniciativa privada, junto a ellas, debemos revalorizar la existencia de las comunidades que están llamadas a equilibrar los excesos ideologistas en boga, enfatizando la participación y la humanización de nuestras sociedades.
La vocación cristiana que asumismos posee como elemento distintivo el mandamiento de la caridad y el mandamiento del amor fraterno entre todos los hombres. Esta aspiración se plasma sólo a través de la integración de los seres humanos en comunidades que se vivifican en la práctica de la solidaridad, la tolerancia, el pluralismo, la armonía y la coexistencia fraterna, en que el egoísmo es vencido por el amor.
Extracto: "Democracia Cristiana y Cambio", Gutemberg Martínez, pág. 88-89.

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